sábado, 3 de octubre de 2015

¿POR QUÉ PUEDO ELEGIR AL PEDIATRA DE MI HIJO Y NO A SU MAESTRO?

La  relación entre el sistema sanitario y el sistema educativo es en muchas ocasiones coincidente.  La atención sanitaria y la atención docente deben conseguir un mismo fin; crear una sociedad sana, física e intelectualmente, para que podamos vivir mejor.  

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: 
sano/a: 

1. Que goza de perfecta salud.
2. Seguro.Sin riesgo
3.Que es bueno para la salud. 
4. Dicho de un vegetal: sin daño o corrupción.
5. Libre de error o vicio, recto, saludable moral o psicológicamente.
6. Sincero de buena intención.
7. Entero, no roto ni estropeado.

La Constitución española en su artículo 43 nos dice: 

Que la salud es un derecho humano básico para el desarrollo del individuo y de la colectividad. 

Perfectamente podría hacer referencia el mismo artículo a la educación como un derecho humano básico para el desarrollo del individuo y de la colectividad.  


 En el artículo 27 de la carta Magna  sobre el derecho a la educación  nos dice entre otros: 

Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza.

Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes.

Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca. 

Si como padre o madre  tengo el derecho de elegir al pediatra, e incluso el hospital o centro de salud, que atiende a mi hijo, ¿por qué no puedo elegir al docente que lo forme y eduque?, ¿Considera la Administración Pública de mayor interés la implicación de las familias en la salud que en educación?

Tendríamos que plantearnos la verdadera  participación/implicación de las familias en la educación de sus hijos. Dejémonos de camelos y reformemos lo esencial.

Un pediatra tiene un cupo de pacientes que atiende durante una larga temporada de sus vidas, desde el nacimiento hasta la pubertad.  Sin lugar a dudas tiene un gran conocimiento de su desarrollo. 

Un  mismo equipo docente debería atender a un alumno durante toda una etapa escolar. La etapa de Infantil la atiende un mismo docente, ¿por qué la Primaria está totalmente fraccionada?,  ¿por qué no puede atender el mismo equipo a un mismo alumno desde  que inicia su formación a los tres años hasta la pubertad?

Nos venden la especialidad como mejora en la práctica docente, los continuos cambios como algo productivo para la  formación. Falso. 

El especialista de Infantil debe conocer las características de esa etapa de desarrollo y la evolución de los alumnos en esas edades, ¿y acaso el resto de los docentes no deben conocer esos rasgos tan esenciales en la formación del individuo? 

Las actuales herramientas, informe individualizado y el Programa de Tránsito, no cumplen con la función de informar al nuevo docente que les va a atender. Es imposible que anualmente el docente o los equipos docentes  estén bien informados sobre los alumnos que va a atender. Por un lado lado depende de la responsabilidad y del criterio del anterior docente dar un información seleccionada, detallada y objetiva, por otro saber de antemano, al menos en junio, a qué alumnos va a atender. 

Los múltiples cambios sólo llevan a la desorientación a los alumnos, a los docentes y a las familias. 

La figura del tutor dentro de un equipo docente debería ser más estable en la educación del alumno para que los padres depositaran su confianza en esta persona. No pueden estar eligiendo  a cada curso escolar. Sería un absurdo. 

La necesidad de esa figura de educador, de equipo educador,  más estable en la formación es necesaria para poder acompañarlos en su desarrollo.